¿En qué consiste la biodegradabilidad de los embalajes?

El aumento de la conciencia medioambiental y el auge del consumo ecológico también está afectando al sector del embalaje. Son muchos los usuarios que se plantean un cambio hacia fórmulas de empaquetado más sostenibles y el concepto de biodegradabilidad cada vez tiene mayor protagonismo. Pero ¿sabes realmente a qué hace referencia?

La biodegradabilidad aplicada al embalaje

Tanto las empresas como los consumidores tienen una gran responsabilidad medioambiental. ¿Es posible mantener el nivel de consumo sin poner en riesgo la sostenibilidad del planeta? El primer paso para encontrar ese equilibrio está en la transición hacia el embalaje biodegradable.

Se considera que un embalaje es biodegradable cuando cumple los siguientes requisitos:

• Está fabricado a partir de fibras vegetales o derivados orgánicos.
• Se descompone de manera natural al cabo de un tiempo relativamente corto.
• No generan residuos tóxicos y tienen un nulo impacto medioambiental.
• Puede convertirse en material compostable y, por lo tanto, en compost para la tierra.

¿Cómo diferenciar un embalaje biodegradable de uno que no lo es?

La biodegradabilidad en un concepto en el que intervienen múltiples variables, aunque todo se reduce a un mismo resultado: materiales descompuestos por la acción de bacterias y microorganismos. Sin embargo, a simple vista, esta puede ser una característica difícil de identificar.

Existen otros modos de averiguar si estás o no antes una solución de embalaje biodegradable. Basta con prestar atención a los siguientes detalles:

• Lleva un sello ecológico que lo identifique. No es obligatorio, pero muchos fabricantes lo incluyen para manifestar su compromiso medioambiental. Existen diferentes modos de certificar que un embalaje es biodegradable, como los estándares europeos EN 13432, EN 14046 o EN 14045.

• No está fabricado en plástico, vidrio o cualquiera de sus derivados. Aunque se habla de plásticos biodegradables como el PLA, para su degradación se requieren condiciones muy específicas que no son equiparables a las de materiales biodegradables como el papel o el cartón, que tardan apenas 3 meses en descomponerse.

• Tienen una vida media de unos 12 meses. Se pueden reutilizar, pero a partir de ese tiempo empezarán a perder sus propiedades para iniciar un proceso de descomposición que puede durar desde unos meses hasta tres años como mucho.

Ventajas de utilizar embalajes biodegradables

El ciclo del embalaje biodegradable se puede resumir de un modo sencillo: proviene de la naturaleza y acaba en la naturaleza. Ningún producto tóxico interviene en este proceso de transición que se traduce en otros muchos beneficios para las empresas, los usuarios y, por supuesto, la sostenibilidad del planeta.

• Es su fabricación se emplean ingredientes naturales, limitando la producción de residuos tóxicos tanto en la producción como en el uso o al final de su vida útil. Se fabrican con materia prima abundante y accesible, favoreciendo a la optimización de los recursos.

• Aunque solo se pueden reutilizar un número limitado de veces, se reciclan con facilidad para obtener nuevos usos sin que dejen una huella contaminante en el planeta.

• Se puede convertir en compost. No todos los embalajes biodegradables son compostables, pero sí todos los compostables son biodegradables. Para que un embalaje se considere compostable debe respetar unos determinados porcentajes de concentración máxima de compuestos como nitrógeno o potasio, entre otros.

• Son soluciones versátiles que se adaptan muy bien a las necesidades particulares de cada empresa. Sus diseños innovadores garantizan una buena manejabilidad, almacenamiento y transporte.

• Ponen de manifiesto la responsabilidad social de la empresa. Aparte de una inversión en sostenibilidad, también es un impulso a la imagen de marca y una oportunidad de conectar con los clientes más concienciados con el medioambiente.